Dedicada a los ultimos dias

Son cuatro dias los que me quedan para regresar a Barcelona. Vivo la excitacion de las despedidas. Voy haciendo fotos, pero os las subire todas, bien editadas, cuando este en posesion de mi conexion de casa. Anoche, la cena en el japones de mi hotel resulto estupenda. No hay nada mejor que cuatro personas con cosas que contar, con sentido del humor y con amistad, juntas. Eramos Marco Bengoa, el director de teatro que esta montando aqui «Bodas de sangre» con actores locales (el habla arabe); la foto para el cartel y el programa es preciosa, y es de Miguel Angel Sanchez, otro de los comensales, con su mujer, nuestra Nuria Teson. Obviamente, la cuarta era yo. Nos reimos mucho, comentamos mucho, comimos y bebimos divinamente, y luego continuamos la amable juerga en el jardin del Marriott, con shishas y copas. Aproveche para contarle a Nuria que esta vez tambien le he robado una cosa suya para mi libro. En «Facil de matar», cuando Diana se lo monta con el entrenador de natacion Tariq, y le dice: «Enhebra» para que pase a la accion: ese verbo lo usa la Teson para que la coja del brazo cuando cruzamos las pavorosas ruas cairotas. Lo otro ya os lo contare cuando salga el libro. Como es generosa y tiene mucha vida y muchas expresiones por delante, le parecio bien.

Hoy voy a darme, con Adrian, uno de nuestros paseos por el barrio islamico (que no islamista: ese seria el de Saida Zeinab, que esta lleno de salafies), es decir, por el gran Al Qahira fatimi cuajado de madrasas, mezquitas, antiguos hospitales, fuentes, museos, puertas de muralla, murallas…. Vamos de visitantes cultos (y algo cojitos), por lo cual hoy no me aventurare por las callejuelas ocultas en donde la gente sobrevive penosamente. Eso ya lo vi con Mustafa, la primera semana. Como pasa el tiempo.

Y ahi ya estais con la campanya electoral. Cuando yo ejercia de reportera nada me producia mayor pereza que tener que seguir a los politicos de mitin en mitin para escribir una cronica ingeniosa. Aunque, voto a brios: que facil es escribir cronicas ingeniosas sobre ellos. Pero al dia siguiente te miran fatal… Por eso no me metia en los autobuses, viajaba por mi cuenta, para no sentir el sindrome de Estocolmo.