Los antisistema
Ha muerto Arthur Penn, cineasta algo sobrevalorado, con más aciertos parciales que totales, aunque sumamente interesante e inteligente. Le ocurría lo que a su sobrino Sean Penn le sucede actuando: cuando se pasa, se pasa siete pueblos. A ratos, el señor Arthur podía ser excesivamente enfático. Pero también podía ser muy poético, en el mejor sentido. Muchas de sus películas -entre ellas, grandes éxitos como La jauría humana y Pequeño gran hombre- contienen fragmentos, secuencias enteras, de gran altura. Y cuando se mostraba menos gradielocuente era cuando redondeaba. En mi opinión, lo consiguió en dos ocasiones.
Con La noche se mueve ofreció una tranquila, madura, pesimista y profunda encuesta acerca de la búsqueda de la verdad. Una muestra de cine negro en color que llegaba al alma, con Gene Hackman como protagonista («Ver una película francesa es como ver cómo crece la hierba», decía, más o menos, su personaje: una fase que muchos firmaríamos, hablando de cine francés en general, no en particular).
Su gran acierto fue Bonnie & Cyde, una lectura de la leyenda de la pareja atracadora de bancos que le sirvió para ponerse al lado de los antisistema de entonces: la película se estrenó en 1968, y Penn era un tipo profundamente comprometido en la política y en lo social, testigo nada impertérrito de las convulsiones que tenían lugar en su país a raíz de la intervención en Vietnam. Bonnie & Clyde reflejaba esas tensiones, encarnadas en un grupo de outsiders que intentaban, atraco mediante a los bancos de los pueblos de la América (EE. UU.) profunda, durante la depresión de los años 30, redistribuir la renta con mayor justicia. Es una película bellísima, que no pasa de moda, y es una película también de amor. Además, es una de las pocas en las que Faye Dunaway aparece con su verdadera cara, ¡y Warren Beatty hace de muchacho poco seguro sexualmente!