¡Oh, CIELOOOOOOOOOOS!
No sé por qué os quejáis de que se retransmitan las papales pompas ni de que a los medios se les abra el trasero cada vez que el de la falda suprema mueve el suyo: ellos cuentan los fieles que llenan la plaza de San Pedro y piensan en ejemplares vendidos o en lectores conectados o en oyentes o en televidentes amorrados al aparato. Un papa, hoy en día, tiene el mismo valor que Jennifer Lopez -mira por dónde, seguimos con la posterioridad- cuando estaba en el candelabro. Y por cierto, hay que reconocerle al Vaticano que candelabros le sobran.
En cuanto a mí, DOY GRACIAS AL CIELO -con mayúsculas desde el titular- porque hace media hora que me funciona el Internet. ¡Milagro!
Ayer casi me muero de la risa viendo al muñeco de Franco cantándole la saeta a San Luis del Gran Poder, Señor de las Tres Demandas. Te adoro, Gran Wyoming mío.