La blogosfera es también impresionismo
Anoche, alentada por unos cuantos consejos/advertencias que he recibido de experimentados blogueros (o bloggers, ya me diréis que es mejor: por cierto, queda establecido el tuteo para todo aquel que lo desee usar; yo viví 20 años en Madrid y me hice tutueadora y, sin embargo, respetuosa)… Anoche, decía, leí un interesante post que me recomendaron, Qué son los blogs y cómo dejar de confundirlos con otra cosa, iluminadora reflexión de José Luis Orihuela. Aquí os indico al recomendador.
Más que convicciones, la lectura de esta pieza despertó en mí muchas inquietudes, y de las buenas, de esas que te impiden dormir, acerca de mi relación con el periodismo y cuál va a ser mi existencia futura en este cibermedio (que no género, dice Orihuela; pero yo creo que puede ser las dos cosas; no género literario, si acaso, o no sólo eso; pero sí género humano, diría yo). Lo cierto es que me siento como un patán, ni siquiera domino el léxico del asunto. Pero ahí va.
He de confesaros que el periodismo y yo no nos llevamos muy bien últimamente. No porque me haya hecho vieja y ya no pueda reportear como solía, sino porque sigo siendo una lectora impenitente de buenos reportajes y, la verdad, no encuentro muchos. De aquellos largos, largos y bien urdidos, de aquellos de cuya exploración se salía con más bienes… De esos, no hay. No les dejan, no quedan cuartos, a la gente no le gusta leer, tenemos que competir con la tele, con Internet, estamos en crisis, durante años estiramos más el brazo que la manga (aunque esto nunca lo confiesan), somos memos (esto tampoco)… Las empresas aducen muchas excusas. Pero todos sabemos que ni el periodista ni el periodismo mueren, y que algún día alguien que no sea mediocre comprenderá que los lectores son unos clásicos y quieren el buen periodismo de siempre.
Dicho lo cual, ¿estoy aquí porque ya no puedo escribir todo lo que me apetece? Puede ser, en parte. Poca parte. Estoy aquí, primero, por curiosidad. Segundo, para no quedarme atrás. Tercero, por aventura. Hay mucho que explorar en la blogosfera.
Y estoy aquí sobre todo para comunicarme y compartir. Yo no escribo para mí. No lo he hecho nunca. Ocurre que ahora puedo saber quién me lee y lo que piensa casi de inmediato. Esto es, en mi opinión, lo más enriquecedor de esta experiencia. Me estoy pensando lo de responder uno a uno, pero me parece que no va a poder ser, por falta material de tiempo. He de dedicar cuatro horas diarias a la novela, y luego está la vida, que me saca de este amable quicio.
Por ahora y sin pontificar, me parece a mí que otra (y no excluyente) descripción adecuada de la blogosfera sería: es impresionismo. Pinceladas que, cuanto más retrocedes, más te cuentan de la inmensidad del conjunto.
Y, dicho esto, hoy os quiero recomendar la entrada de un bloguero periodista retirado que es amigo mío, Javier Astasio (una pincelada de vida), y así mismo os linkeo (¿se dice así?) a Mónica Prieto, que cuenta en blogs lo que no puede imprimir, e informa tanto sobre lo mejor de los árabes como de lo peor. Con Javier, la fuerza de la voluntad. Con Mónica, otra verdad que complementa aquellas que estamos viendo estos días.
Impresionismo, ya digo.