Aguirre, el ectoplasma que no cesa
Así empieza mi artículo de hoy:
Esperanza Aguirre es como una matrioska rusa, una muñeca que contiene muchas otras en su interior. Sólo que la candidata a alcaldesa de Madrid por el Partido Popular las despliega todas por fuera, y a cuál más horripilante. Espe la Pizpireta sonríe, bizqueando con las pestañas cruzadas como maquillada por Tele5, y suelta chascarrillos; Espe la Letal se carga la medicina pública y a los servicios médicos progresistas; Espe la Milagrosa sobrevive a tumores y atentados, y se muestra en público con sangre en las sandalias como si, licuándose, sus ofídicas venas manaran prodigios; Espe la Amnésica, que reniega de los corruptos a quienes antes cobijó, y se sacude el manto protector como si tal cosa; Espe la Ocurrente que siempre encandila a los periodistas, esos pardillos a quienes no les importa informar a las víctimas de quien les entretiene; Espe la Intrépida, que desafía a la autoridad llevándose por delante a sus representantes del orden; Espe la Chulapona ensofada, versión puesta al día de Tele5 en la calle de la oligarquía política. Oxigenada y en jarras, ya que nuestra dama no es de hierro, es de cuero en la lengua y cuchillas en los sobacos.