Roma: Ultima puntata
Ha salido el sol, lo cual no sé si es bueno porque se ve mejor la porquería. Las noticias se suceden a tal velocidad que resulta difícil seguirlas, lo que sí está claro es que Rajoy y su cúpula han pisado mierda, la misma que ellos segregan. El intento es que, como todos los partidos son corruptos, lo de ellos quede difuso. Y sí, hijos míos, qué mal lo hizo Sapatero ozú, pero eso no me va a sacar del convencimiento de que estos son peores caciques porque lo tienen más arraigado en la masa de la sangre, en la genética y en el profundo desdén que sienten hacia quienes no son de su clase. Y sobre todo ocurre que ahora, en España y en la mayor parte de las autonomías, MANDAN ELLOS. O sea que a por ellos, y en donde manden los otros pues que los hermanos Quintero se los quiten de encima.
En cuanto a Roma, ah, Roma. Berlusconi vuelve al ataque prometiendo devolver a los italianos los impuestos sobre vivienda que les hizo pagar Monti (conocido allí como Rigor Monti), y hacerlo además a título retrospectivo y de su propio bolsillo de millonetis. Los posters de Berlus para su campaña electoral son geniales: le brillan los dientes como a Tony Curtis en «La carrera del siglo».
Estuve muy a gusto. Con mi amiga Irene, con mi amiga Francesca, con los hijos de ambas -Manuel y Leo, respectivamente: cómo crecen de una visita a otra-, con John, el compañero de la segunda; con el hermano de éste, David, que es chef ¡en Dakota!; con Lucia, stringer de ‘El País’ y con Rachel, corresponsal de ‘The New York Times». Todas juntas hicimos una comida de chicas que resultó estupenda, como era de esperar. Rachel preparó una interesante pasta con puerros y atún. En su casa, Francesca nos hizo lasagna, y su hombre cocinó saltimbocca. En cuanto a Irene, la primera noche nos dimos un banquete de berenjena parmesana ¡y chorizo ibérico! Irene y yo celebramos por anticipado mi cumple, como solemos, en Pierluigi, la mejor pasta con langosta de la ciudad. Todo esto sin dejar de hablar, todos, de la crisis que azota el sur de Europa, y sin dejar de precuparnos por el futuro… apurando el presente a más no poder.
El regreso resulta duro pero me encuentra con las baterías muy recargadas a base de afecto, mimos y belleza. Ah, Roma, come ti voglio bene. Siguen fotos. La verdad es que fui poco de monumentos y museos -de estos últimos, nada-, solo pasé a saludar los Caravaggio de san Luigi degli Francesi. Pero hice mucha vida cotidiana, y cuando ya estaba acostumbrada, zas, la vuelta.
No me quejo. Fue hermoso mientras duró.
Ya al final, a las 14.30 vuelo a Roma, con cámara. Desde allí nos comunicaremos durante esta semana. Cuidaos mucho (los cuidables) y perdonad mis fallos: no siempre acierto en el manejo de las tecnologías, pero me gusta mucho teneros por asomadores y asomatrices.