Fotos de Gijón, pa animar algo
Hola, ya de regreso a Barcelona, Tonino aguanta bastante firme y el piso, con flores y en orden. Tengo jazmines y tengo muchas macetas coloridas a ambos lados del piso. Tengo también esta ventana, por lo tanto soy afortunada.
Mis asomadores habituales ya saben cuál es el ritmo. Modero personalmente y refresco bastante a menudo, pero no vivo volcada sobre el ordenador y, sobre todo, no duermo encima de él. A los impacientes que cuelgan sus opiniones pasadas las doce de la noche, y que, a las 7 de la mañana o poco más, ya me hayan descatalogado por censora, les ruego que reflexionen acerca de ello. Aquí no se censuran más que el insulto y la calumnia, no la disensión. El problema es que la mayoría de los que disienten por la derecha suelen escribir lindezas acerca de lo que harían con nuestros culos. No es el caso del señor Miguel, que está en su derecho a defender la caza autorizada y que lo hace con sólidos argumentos. Así que le pediría que, si quiere frecuentar este foro para defender sus ideas, tenga la paciencia del ojeador y la contención de quien no aprieta el gatillo ante una corza embarazada que le presupongo.
Por lo demás Gijón no me defraudó. La misma calidez, mucha gente en las charlas, mucho interés, amigas y amigos, buena comida y buena bebida, risas más allá de lo indescriptible, también lágrimas -ver la llegada de los mineros en la tele de un bar gijonés tuvo mucha emoción-, y, como despedida, un pote asturiano salvaje que Fran, del Hotel San Miguel, hizo expresamente para mí para que me marchara con un consistente recuerdo gastronómico. Todo el personal del hotel y, por encima de todo, Beatriz -Bea- que es la dueña de hotel más fina y delicada que conozco, se volcaron. Fran y Bea son socios, pero están también la esposa del primero, también se llama Beatriz, y luego, en el capítulo del personal un montón de buenas personas. Os quiero y quiero que se sepa.
Ah, y los Ropper. Un pareja octagenaria de Bilbao que son los seres más encantadores y divinos que he encontrado en tiempo. Entonados como veraneantes de toda la vida, cada día de un color distinto, elegantísimos. Tomados del brazo y susurrándose -a gritos, claro- ternezas y bromas, todavía. Y muy cordiales. La verdad es que ganas de quedarme tuve, como siempre. Pero el deber es el deber. Ahora queda retiro en Barcelona, y muy pronto volver a levantarme a las 6 para atacar la nueva novela. Ya estoy en tratos para escoger venenos. Tengo las víctimas claras, el asesino, el principio y el final. Sólo me falta la trama. Que no es poco.
Voy a empezar a ver qué fotos os puedo subir. Es un placer regresar.
Preparando mi Semana Negra, y sin tiempo. Os dejo mi colu de hoy: www.elpais.com